Especialidad en Nefrología Pediátrica

La Nefrología, como rama general de la medicina,  nace a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Esta da inicio como una rama clínica con el estudio de los trastornos de  electrolitos y ácido base; sin embargo es con las guerras del siglo anterior, donde surge la necesidad de terapias de reemplazo renal para atender las situaciones de insuficiencia renal aguda y, posteriormente, las de insuficiencia renal crónica, que se desarrolla como toda una especialidad médica, cuyo objetivo primordial fue poder lograr una mayor expectativa de vida en los pacientes.

Desde comienzos del siglo XXI, la enfermedad renal crónica ha puesto en el centro del escenario la Nefrología como Especialidad. Al exceder el ámbito estrictamente médico, se ha convertido, además, en un problema sanitario con grandes implicaciones éticas, sociales y económicas.

Así, se empieza a evocar el cuidado de la función renal desde la infancia, y nace la subespecialidad de Nefrología Pediátrica. En el año 1961 en Paris, el profesor Pierre Royer convoca a los pediatras generales a un primer curso exclusivo sobre enfermedades renales. De la mano del profesor Royer, se encontraba la Dra. Reneé Habib; ambos tuvieron que extremar sus argumentos con análisis anatomoclínicos y la descripción de las biopsias para defender nuevos síndromes clínicos en los niños, diferentes a los que se presentan en los adultos, de los cuales se pueden mencionar la microangiopatía trombótica, la esclerosis focal y segmentaria, la esclerosis mesangial difusa, la glomerulonefritis membrano-proliferativa, la hipoplasia oligo meganefrótica, entre otros. Sus esfuerzos dieron pie a que varios países europeos iniciaran el desarrollo de la especialidad.

La especialidad como tal, llega a su madurez en los diez años siguientes, cuando se incluyen áreas de manejo sobre líquidos, electrolitos y condición ácido-base en los niños, así como la incorporación de las terapias de diálisis y trasplante renal en niños. En Costa Rica, la Nefrología Pediátrica da sus primeros inicios con la creación del Hospital Nacional de Niños, en el año 1964. Al principio, los encargados de valorar a los niños con enfermedades renales eran los pediatras de mayor experiencia; sin embargo, se observa la necesidad de contar con un especialista en el área.  Por esta necesidad, se forma el primer nefrólogo pediatra del país en el año 1972. Se trata del Dr. Gilberth Madrigal Campos, en el Children Memorial Hospital del Centro Médico de la Universidad de Oklahoma, Estados Unidos. El Dr. Madrigal desarrolló nuevos proyectos en el país, entre los que está la creación del Programa de Especialidad en Nefrología Pediátrica de la Universidad de Costa Rica.

Actualmente la Nefrología Pediátrica es una especialidad impartida en el Hospital Nacional de Niños en el marco del Programa de Posgrado de Especialidades Médicas del Sistema de Estudios de Posgrado de la Universidad de Costa Rica. Esta especialidad está a cargo de la Unidad de Posgrado en Nefrología Pediátrica y de los médicos asistentes del Servicio de Nefrología del Hospital Nacional de Niños autorizados para el servicio docente por parte de la UCR.

El Hospital Nacional de Niños es el único centro pediátrico especializado en el país. Por ende, el Servicio de Nefrología de este hospital es el responsable de atender a todos los pacientes infantiles del país con enfermedades renales. En la actualidad, su población objetivo ronda el 1 200 000 de niños menores de 15 años. Para cubrir las necesidades de las diferentes patologías de la especialidad en esta población, se cuenta con varios programas, como, por ejemplo, el de diálisis, el cual está constituido en la modalidad de Hemodiálisis y Diálisis Peritoneal Ambulatoria, y el de Trasplante Renal. Se ofrece, además, una amplia gama de consulta externa; donde, en el año 2015, se brindó un total de 2837 consultas con subespecialistas.

La formación de residentes en la especialidad de Nefrología Pediátrica, contribuye con la construcción del acervo académico y el desarrollo de la investigación clínica en la Unidad de Nefrología Pediátrica (UNP), gracias a la interacción que se genera entre los médicos especialistas y los residentes. Además, se satisface la demanda de profesionales que el país requiere para cumplir con las necesidades de atención infantil en relación con las patologías renales y temas afines tratados en esta especialidad.

La especialidad en Nefrología Pediátrica forma los especialistas que atienden el creciente volumen de interconsultas y las referencias de centros de atención primaria de niños que padecen enfermedades renales congénitas o adquiridas y requieren diálisis aguda o crónica, trasplante renal; o que sufren otras patologías complejas, que requieren tratamientos específicos como tubulopatías, o síndromes congénitos, como el Síndrome de Bartter.

Asimismo, como parte del desarrollo académico propio como el de la especialidad, el especialista en formación debe realizar como mínimo un trabajo de investigación durante los dos años de residencia. Este trabajo debe estar en completa relación con alguna problemática o patología pediátrica renal.  Los protocolos deben ser autorizados por la autoridad científica competente y los trabajos finales deben ser presentados ante la Unidad de Posgrado para su aprobación.

El residente de la Especialidad en Nefrología Pediátrica después de completar el programa debe ser capaz de:

• Interpretar los principales exámenes de gabinete y de laboratorio más frecuentemente utilizados en Nefrología Pediátrica para evaluar la función renal.

• Diagnosticar las principales enfermedades renales, tanto las frecuentes como las poco habituales en el niño.

• Prescribir correctamente los medicamentos que se utilizan en el tratamiento de las enfermedades renales y en los trasplantes, y conocer sus efectos secundarios, sus limitaciones y demás.

• Aprender por sí mismo y revisar continuamente, por iniciativa propia, los textos y las revistas médicas de la especialidad o de otras especialidades que tengan artículos de interés para su óptima formación académica.  

• Aprender a través de la investigación, la asistencia a congresos y otras actividades científicas, para así mejorar cada vez más las posibilidades de curación de sus pacientes.

• Asumir éticamente las responsabilidades de su profesión.

• Establecer una relación de mutuo respeto con el paciente y su familia.

• Compartir su conocimiento con otros médicos, estudiantes, personal paramédico y otros miembros del equipo de salud.